Iglesias Villanueva, entre el árbitro y el teatro
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Fue una actuación que causó furor entre el mundo arbitral y corrió como la pólvora en Internet (arbitro10.com/reportaje/mejor-monologo-arbitro-futbol). Esta semana, en La Voz de Galicia, Iglesias Villanueva nos descubre su pasión por el mundo del teatro, donde ya tiene experiencia. Este es el artículo, con el sugerente titular de “Drama y comedia de un árbitro”.
Representa su mejor papel cuando se hace invisible sobre un campo de fútbol, pero el árbitro Ignacio Iglesias Villanueva (A Coruña, 1975) esconde una sincera pasión por el teatro. Primero se convirtió en espectador entusiasta, luego en alumno de interpretación y más tarde en responsable de algún grupo infantil y hasta autor de obras para niños.
La chispa prendió en su época de estudiante de Magisterio en la especialidad de Educación Física en A Coruña. “La profesora de gallego llevó a clase a Mofa e Befa, la compañía de Quico Cadaval, con Evaristo Calvo y Víctor Mosqueira. Era el año 1994. Y empecé a seguirlos y descubrir más compañías, sobre todo de teatro gallego y contemporáneo”, explica el único árbitro gallego en Primera División. El teatro le llevó al mundo de los “contadores de historias”, como Cándido Pazó, y a la proximidad de las actuaciones en bares y pubs. Como un paso más de esa afición, pasó a formarse, en un curso en la biblioteca central de Ferrol.
«Nos aportaron estrategias para contar una historia captando el interés del público desde el principio y desarrollarla de forma amena... Aprendí muchísimo», explica Iglesias Villanueva, profesor de Primaria. Ante los alumnos también se vale de ese bagaje adquirido en el curso impartido por Cándido Pazó, para hablar en público ante un auditorio exigente y sincero como los niños.
«En varios centros me ofrecí voluntario para encargarme de la función de teatro de fin de curso. En otros preparé a los chavales para un concurso de niños contadores de historias, Tíralle da lingua, que recuerdo con mucho cariño, y que ganamos varias veces». Esa afición por la dramaturgia le hizo tocar casi todos los palos. Porque su inquietud le animó a escribir «historias para los niños, para que se riesen, se metiesen en el papel, viesen reflejados temas de su vida cotidiana y se animasen también a leer». Como en O baile dos mobles, una obra para niños con su firma, en la que estos cobraban vida para hablar de sus problemas diarios en clave de humor.
De Cadaval y Pazó, dos de sus referentes, autores vinculados al teatro callejero, pasó al mundo de los títeres. «El Galicreques, que empezó en Santiago, me parece espectacular. Es un ámbito que te sorprende por la profesionalidad que hay y lo poco que se valora», considera.
Fuente: lavoz.es