Prólogo de Arbi, ¿qué pitas? 3ª Edición

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PRÓLOGO

Ahora que este Arbi, ¿qué pitas? incluye como inicio y final un examen de Reglas de Juego, empecemos con una pregunta sobre la historia del fútbol. ¿Qué se inventó antes, el balón a tierra o el penalti? Podíamos pensar que el castigo más grave se hizo necesario con mayor urgencia. Sin embargo, el popular bote se incluyó en 1888; la pena máxima, en 1891. Uno nació para solucionar la forma de reanudar el juego ante imprevistos y el otro como una tardía rendición ante la evidencia de que el fútbol había muerto como deporte de caballeros. El árbitro ya había sustituido a la supuesta honradez de los oficiales de los equipos y el juego limpio se manchaba con frecuencia en el barro del resultado. Pese a su mayor antigüedad, el balón a tierra jamás ha escrito portadas ni abierto heridas perpetuas. Aún así, un procedimiento tan sencillo ha ido cambiando a lo largo de la historia. La pelota primero se lanzaba hacia arriba, luego hacia abajo y después pasó a que el árbitro la dejase caer. Hasta 2012, era válido un gol de forma directa una vez que el balón llegase al suelo, pero desde entonces tiene que tocarlo otro jugador. Incluso, en estos últimos años se advertía en el texto oficial que los árbitros no podían predeterminar quién debía ser favorecido por el saque, todo lo contrario de lo que va a suceder este año. Aún siendo tan insignificante para el resultado, el balón a tierra tenía su gracia. Dos rivales enfrentados, el árbitro en el centro, un disparo de salida cuando la pelota tocaba el suelo y el 15


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premio de llevársela para el que fuese más rápido. Si esto sucede en un partido entre Rangers y Celtic, es una cuestión de honor tan grande que lo que menos patadas recibe es el balón. Hasta a los niños les hacía especial ilusión participar cuando pelear el bote formaba parte de la cultura de fútbol. En los últimos tiempos, salvo que se tratase de un Vídeo P.1 Algo más que un derbi escocés, esto se había perdido balón a tierra y uno de los equipos renunciaba a la disputa o bien entregaba el balón a los adversarios. Los miembros de la International Board (IFAB), el organismo que desde 1886 aprueba las normas del fútbol, decidieron en su última reunión que esa cortesía había que hacerla ley para terminar con los duelos al estilo melé de rugby, como el de Escocia, con un árbitro gritando “sigan, sigan” en el medio. Se había finiquitado una tradición tan enraizada que incluso el balón a tierra que enuncian las Reglas jamás recibió ese nombre por aficionados y jugadores, que preferían el más ilustrativo término de bote neutral. Hace tres años tampoco les importó cargarse una ley tan antigua como el propio fútbol, la que obligaba a sacar de centro hacia delante. Trasladar estos cambios del papel al terreno de juego no es tan fácil, incluso para los árbitros. Mi debut esta temporada fue en un amistoso entre el Deportivo y su equipo filial. La tarde de gloria empezó con un doble error antes del partido. El primero, a sabiendas, sorteando con el silbato escondido en vez de lanzando la moneda. Este incumplimiento me desacredita como profesor de reglas pero me ahorra unos céntimos por partido, los que ganaría el cuidador del césped. El segundo fue instantes después, cuando al capitán ganador del sorteo le obligué a elegir campo en vez de ofrecerle la opción de hacer el saque inicial, otra de las novedades. Es terrible, pero la secuencia “¿En qué mano está el silbato? Aciertas. ¿Qué campo quieres?” esconde dos fallos técnicos. El desconcierto total llegó con la primera vez que el balón me rebotó y su posesión cambió de bando. Un jugador que ya sabía la nueva norma me exigió que parase el partido, algo que hice bien, pero con un notable retraso. Tocaba balón a tierra, con el nuevo procedimiento que exige dárselo a un futbolista del equipo 16


Prólogo

que lo llevaba antes de mi notable acción defensiva. Ahí tuve que hacer pedagogía, porque un adversario se acercó para devolverlo y lo tuve que apartar a los cuatro metros reglamentarios. Aunque su intención era buena, ese balón no le pertenecía. Para terminar de liar a todo el mundo, el balón me tocó una segunda vez, en la que dejé continuar el juego porque lo siguió teniendo el Enlace P.2 Mis otras historias (prólogo segunda mismo equipo y una tercera (sí, soy así con el boteedición) de torpe) en la que tuve que volver a dar otro balón a tierra, mientras alguien ocurrente en la grada lo rebautizaba como bote antineutral. Hay hasta veinte cambios significativos este año, que se suman a los casi cien de 2016 y a la inclusión del VAR la temporada pasada. Estamos en un momento de auténtica revolución en las Reglas. Acostumbrados a que apenas se reescribiesen un par de párrafos, los legisladores se han propuesto modernizar el fútbol. Cuando afronto la revisión del Arbi, ¿qué pitas? pienso en lo fácil que lo Enlace P.3 Prólogo de la primera edición tenía Escartín para actualizar año a año su inolvidable reglamento. Lejos de quejarme, asumo el reto de darle continuidad para que nadie tenga la excusa de desconocer las normas del fútbol porque son aburridas. No sé si alcanzaré las cuarenta ediciones del maestro, pero por algo se empieza. Para los nuevos lectores que queráis conocer algo más sobre la importancia de su obra y la historia de las primeras reglas de 1863, lo cuento en el prólogo de la primera edición de este libro. Si alguien piensa que los cambios se van a terminar, está muy equivocado. En los primeros meses de aplicación ya han surgido nuevas situaciones a las que las Reglas han tenido que dar respuesta, como el truco para convertir un saque de meta en un balón en las manos para el portero pasándoselo a la cabeza del defensa. Los entrenadores y los árbitros siempre van más allá para buscar lagunas en el texto. Queda también la duda de cómo evoluciona en la práctica 17


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la interpretación de las manos, el nuevo procedimiento de las sustituciones o la obligación de los atacantes de alejarse de las barreras. Habrá debate, informaciones falsas, algo de confusión y posiblemente algunos problemas de criterio arbitral. Cuando esto último suceda, recordad la frase del gran Arsenio Iglesias. —Los árbitros no son los malos. Son los reglamentos, que los cambian cada año y los árbitros los aplican a rajatabla los primeros días. Los primeros días... o el primer cuarto de hora.

Vídeo P.4 Las novedades en las Reglas 19-20 (parte 1)

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Vídeo P.5 Las novedades en las Reglas 19-20 (parte 2)


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