La experiencia de un árbitro asturiano en Alemania
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Está claro que cuando algo te apasiona luchas para mantenerlo vivo estés donde estés. Esta puede ser la sinopsis del guión de muchas películas. En esta ocasión el protagonista es Nicolás Corujo, estudiante de la Universidad de Oviedo que cursa quinto de Ingeniería Industrial con una beca «Erasmus» en Rostock, una pequeña ciudad al norte de Alemania. Hasta aquí, la historia tiene poco o nada de particular, pero la trama cambia cuando este joven de 22 años decide compaginar los estudios con su labor arbitral. Cuando Corujo aceptó la beca «Erasmus», en su mente ya rondaba la idea de continuar con la carrera en el arbitraje que inició hace cinco años en Asturias (actualmente es colegiado de Tercera División).
Corujo lo tuvo claro desde el principio, pidió una excedencia al comité español de árbitros y obtuvo la licencia de árbitro alemana. «Me puse en contacto con el comité de aquí y después de unos cuantos e-mails me citaron, hablaron conmigo y me dieron un partido para ese mismo fin de semana. La condición que me pusieron fue que a todo partido al que fuese estuviese acompañado de algún árbitro de aquí, ya que el idioma podía ser un problema», comenta. Ese fin de semana, Corujo fue como asistente a la Verbandsliga con un árbitro que hablaba bien inglés y que le explicó como funcionaba todo. Posteriormente, inició su carrera arbitral en solitario en la Landesliga, una categoría similar a la 1º Regional asturiana. «Me gusta mucho arbitrar y con la oportunidad de poder hacerlo en un país extranjero, ganar experiencia en otro idioma y seguir teniendo práctica, el nivel pasaba a un segundo lugar», explica Corujo.
La FIFA estableció hace unos cuantos años que las reglas del fútbol eran 17 y por eso el lenguaje de este deporte se dice que es universal. La forma de jugar es igual en cualquier país, aunque cambia el fondo. Corujo asegura que la labor arbitral en Alemania difiere de la española, no tanto en el nivel, pero sí en la organización y la forma de llevar un partido. Por ejemplo, «al saltar al campo los árbitros entran corriendo y los equipos en dos filas detrás, después se paran y saludan al público. Cierto es que esta situación también puede darse en categorías españolas como Primera División, pero llevarlo a categorías como en la que estoy me parece algo excesivo, hay veces que no hay nadie en la grada y saludan igualmente», dice. Otra de las peculiaridades es que «aquí sólo se usan dos balones y da igual lo lejos que caiga que el jugador que saca sale hasta donde esté y sólo cuando es muy lejos donde cae se cambia por el otro»", añade el colegiado asturiano.
Existen muchas diferencias entre el funcionamiento arbitral de uno y otro país. Desde la equipación que utilizan, hasta la forma de percibir las dietas, pasando por cómo se rellena el acta de los encuentros. Respecto a las dietas, en España, un colegiado recibe una cantidad económica en función del desplazamiento que efectúe que cubre los gastos de kilometraje y comida. En Alemania no sucede así y son los equipos los que invitan a almorzar al trío arbitral al acabar el partido. «En un partido que tuve en Güstrow, muy entretenido pero no exento de polémica, me resultó algo raro comer al lado de los futbolistas después del partido. Había alguno muy enfadado, pero no hicieron ningún comentario ni ningún tipo de mirada rara», relata.
Uno de los mayores handicaps con los que se encuentra Corujo es el idioma, pero poco a poco lo va superando con la ayuda de sus compañeros de profesión. «Los árbitros que vienen conmigo me ayudan en todo. No obstante, sabiendo unas cuantas palabras y expresiones y con el inglés de apoyo, no se tiene ningún problema, el reglamento es el mismo y los gestos son internacionales», dice.
Donde no percibe diferencia alguna es en la relación árbitro-jugador, y viceversa. Corujo asegura que es similar a España. «No hay diferencia, los hay correctos y educados pero también están los que se ponen muy nerviosos y no paran de protestar. No obstante aquí se lleva mejor, a veces no entiendes lo que te dicen». En estos casos, el joven árbitro asturiano tiene la lección aprendida y cuando le protestan en exceso «intento simplemente hacer la señal que indica como se tiene que reanudar el juego mientras digo en alemán: «No quiero protestas por favor», eso siempre que note que lo que me dicen es por protestar. O si vienen a comentarme algo les explico con mis palabras la decisión que tomé y les pido tranquilidad». Así es la vida de Nicolás Corujo, un árbitro sin fronteras.
Fuente: www.lne.es