Una pasión (artículo sobre arbitraje de Mayte Salvador)
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En ocasiones, personas alejadas del arbitraje nos sorprende con artículos que recogen a la perfección nuestra forma de pensar. Es el caso de Mayte Salvador, presentadora del magazine Estudio Abierto en Radio Ebro (Zaragoza). Mayte tiene una web que podéis seguir y donde conoceréis un poco más de su polifacética actividad: maytesalvador.com
Tan solo unos segundos y la pasión removerá todo su cuerpo. Un sonido marcará un final y su principio.
Emociones y sentimientos contrapuestos dejarán paso a los minutos más felices de su semana.
Manos que se entrelazan. Palabras de aliento al perdedor, alabanzas al ganador.
Campo vacío.
Es el momento.
Sus ojos cómplices se funden.
Corren, se agrupan y eligen el terreno. Como cada domingo conflicto final.
Tres corazones, tres pasiones, tres mentes con deseo único: el orden.
Recordatorio de las últimas disputas y finalmente palpitaciones que suben poderosamente el nivel de endorfinas.
Un balón, un espacio acotado con sudaderas y niños felices.
Uno especialmente feliz.
Ander hoy cumple de nuevo su sueño: es el árbitro.
No es lo habitual pero en el equipo de fútbol de su pueblo a nadie le extraña que los pequeños sientan el mismo deseo por ser delanteros, porteros, defensas o árbitros.
El club milita en tercera regional. Su verde césped artificial es la base donde se aprende la esencia de un deporte que mueve masas. Pero existe una marca propia en este recinto. La premisa y objetivo es aprender a vivir respetando y apoyando a los compañeros de viaje.
En los entrenamientos, en la competición, como en la vida, se pueden ganar o perder puntos. En el partido, como en la vida, lo importante no son los positivos o negativos, subir o bajar, lo fundamental es disfrutar viviendo cada segundo.
Todos conocen las normas y a pesar de la competitividad innata en el ser humano, las aplican, juegan limpiamente y al finalizar todos se felicitan.
Sus entrenadores así se lo transmiten en cada encuentro a los niños, a los juveniles y a los que aspiraran a ser profesionales.
Entrenadores del equipo de fútbol y entrenadores de los pequeños árbitros. Puede ser una utopía pero ¿por qué no hacer cantera también con los que rigen la competición? ¿Por qué no normalizar la tarea de quienes lo único que pretenden es el juego limpio?
Por qué demonizamos tanto a los que saltan al terreno con entrenamientos físicos, en ocasiones, mayores que los de los propios jugadores? ¿Por qué atacamos tanto a los que conocen la normativa, superan exámenes y estudian cada jugada al detalle para ser lo más justos posible? ¿Por qué esa descarga emocional, terapéutica para muchos, contra los árbitros? ¿acaso solo los jugadores y el público son perfectos?
Cada fin de semana aquellos que, como el pequeño Ander sueñan con saltar al terreno y hacer cumplir el reglamento, recorren muchos kilómetros, escriben actas, escuchan palabras positivas o negativas sobre sus decisiones, cumplen la tarea encomendada con la mayor profesionalidad.
Les apasiona su labor y en cada uno de ellos está, el objetivo de conseguir que los aficionados se olviden de los problemas cotidianos y centren su atención en unos jugadores y un balón.
Querer, es tener el valor de exponerse a los inconvenientes; exponerse así es tentar, es jugar y vivir apasionadamente.
Juegan los jugadores, sueñan con la victoria. Rigen los árbitros, sueñan con ser justos. Y en el campo en conclusión todos sueñan lo que son, aunque el público, en ocasiones, no lo comprenda.
14,00 h: Cita en el punto habitual. Los tres se saludan. Emprenden camino.
15,00 h: Llegada al campo, entrada al vestuario. Saludo a los delegados y capitanes. Decisión de color y calentamiento.
16,00 h: Salida oficial al campo. Reparto de terreno e inicio.
19,00 h: Partida con el trabajo realizado. Reflexiones sobre lo vivido en el regreso a casa.
De lunes a viernes entrenamiento, estudio y asignación de partido.
Ander un domingo observó como con marcialidad tres hombres saltaban al terreno de juego. Su mirada durante los 90 minutos se fijó en ellos. Su templanza, seguridad y equilibrio le impactaron. José Ángel, Unai y Mario fueron, una tarde de otoño, el revulsivo que este pequeño necesitaba para tomar un camino, que hoy le hace feliz.
Se sitúa en el centro, mira a sus compañeros,… el mundo se para ante ello
Fuente: maytesalvador.com