¡Cuando aprenderemos que es un juego! (por Luis Eduardo Inzaurralde)
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Esta semana os contamos como el árbitro uruguayo Andrés Cunha fue objeto de amenazas vía correo electrónico después de dirigir un polémico partido al Nacional (http://arbitro10.com/noticia/arruabarrena-sale-defensa-arbitro-amenazado). Pues bien, se ha sabido que el autor del violento email es un contador público, que ya ha pedido perdón. Muchas veces se asocia la violencia en el fútbol a gente sin cultura, algo que no es cierto: no es gente sin cultura, sino gente sin educación. Este es el objetivo del artículo de Luis Eduardo Inzaurralde en el diario uruguayo El Observador. Muy recomendable.
Hace años, un profesor de filosofía participó en la muerte un hincha.
A diario los comunicadores, los dirigentes y el público en general le apuntamos a los energúmenos de la Ámsterdam como los malos del fútbol uruguayo. Es muy fácil señalarlos con el dedo, porque, además de ser los más desprotegidos, siempre hacen lo posible para quedar en evidencia alterando la convivencia. Y, con soltura, solemos calificarlos como los descerebrados que entre cantos cargados de provocación y con insultos le dan al fútbol un entorno cada vez menos apropiado para disfrutarlo como lo que es, un deporte en el que se gana, se pierde y se empata. En el que los errores forman parte del espectáculo y que los protagonistas ya deberían haber aprendido a convivir con ellos.
El lunes de tarde el fútbol se conmovió porque el árbitro Andrés Cunha, que cometió el pecado de ser responsable de un error en un partido de fútbol, fue amenazado de muerte a través de un correo electrónico. Inmediatamente la asociación de ideas condujo a que el responsable del episodio habría sido uno de los tantos descerebrados que recorren a diario las redes sociales provocando, insultado y amenazando, tal como lo hacen desde la tribuna popular del Estadio Centenario.
Mayúscula fue la sorpresa cuando un contador público, instruido, que recorrió los pasillos de una facultad y que debería tener un nivel de formación diferente a los que ingresan en la categoría de descerebrados, asumió la responsabilidad por el mail que recibió el árbitro del partido.
Nada diferente a lo que sucedió en 2006, cuando un profesor de filosofía participó en el episodio que terminó con la muerte del hincha de Cerro en 2006. No fue responsable del homicidio, pero fue indagado por su presunta participación en el hecho.
El sábado, después del partido que Nacional perdió ante Liverpool por un error de Cunha y porque los tricolores no supieron transformar en goles la decena de situaciones que generaron cerca del arco de De Amores, el dirigente de Nacional, Pablo Durán, abogado, alimentó la ira de los hinchas cargando al árbitro con todas las responsabilidades de lo que había sucedido sin realizar la más mínima autocrítica del funcionamiento de su equipo.
Con esto no quiero decir que Durán promoviera la absurda acción del contador público, pero no tengo dudas que crispó los ánimos de cientos de oyentes que, como yo, recorrieron diferentes radios, y se encontraron con el mismo discurso.
Hoy es Durán, ayer fue Fulano y mañana Sultano. No importan los nombres, sí las acciones. Y es por eso que creo que los dirigentes de los clubes que aún no entendieron cómo es el fútbol, que es solo un juego, deberían profundizar en la necesidad de asumirlo como tal.
Los dirigentes, el público… ¡y los periodistas! En este asunto los comunicadores estamos en la misma bolsa y tenemos que asumir el lugar que nos corresponde y aceptar que muchas veces no manejamos el tema con responsabilidad. Y en esta cuestión quedan involucrados desde una audición partidaria a una transmisión imparcial. Un buen ejercicio para comprender la irresponsabilidad es recorrer el dial después de un partido tan polémico como el del sábado. Si puede, la próxima vez que suceda algo similar haga el ejercicio para comprender de qué le estoy escribiendo.
Es por eso, por el contador público, por el dirigente que se desboca, por el periodista que no mide sus cuestionamientos y por el hincha común y corriente, que el fútbol necesita que el aficionado entienda que esto es un juego. Es muy difícil pedirlo cuando la pasión ocupa un porcentaje tan elevado en el hincha, pero hagamos el esfuerzo para entender que esto ES SOLAMENTE UN JUEGO.