La selección de árbitros del Mundial: mérito y geografía
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Victor Kassai fue en algún momento el niño prodigio de los árbitros de fútbol de élite. Se convirtió en juez internacional a los 28 años y pitó la final de los Juegos Olímpicos de 2008 unas pocas semanas antes de su cumpleaños 33. En el Mundial de 2010 pitó cuatro partidos, incluyendo la semifinal entre Alemania y España.
Podría pensarse que este árbitro estaría en la lista de jueces escogidos para la Copa del Mundo de este año en Brasil. Y sin embargo, el miércoles pasado, cuando la FIFA anunció las 25 ternas arbitrales, más ocho "equipos de apoyo", su nombre no apareció entre los nueve árbitros europeos seleccionados.
Ahora, con 38 años, este referí es más joven que todos (excepto uno) de sus colegas en la UEFA, el ente rector del fútbol europeo y nadie en la lista oficial tiene más experiencia en mundiales. Si se siente decepcionado, es comprensible, especialmente porque hace un año decidió dedicarse a tiempo completo al arbitraje.
Bienvenido al complicado mundo de la selección de árbitros para el Mundial.
Si las Copas del Mundo anteriores, las cuales han incluido cabezazos, goles que no fueron y patadas de karate al esternón, son una referencia, es muy probable que el próximo torneo tenga una buena dosis de controversia.
Las razones detrás de ello no son complicadas. Los árbitros cometen errores. El microscopio de los medios analiza cada error potencial sin misericordia. Además, los técnicos y jugadores pueden ser malos perdedores. Ellos nunca tienen problema en culpar al juez, y cuando es necesario, a las conspiraciones globales en contra de cualquier país que representen.
La combinación de esos tres factores hace que las polémicas arbitrales se generan espontáneamente.
La FIFA es consciente de ello y sabe que las herramientas con las que cuenta para atacar las fuentes de controversia son limitadas. Aunque la versión oficial, como siempre, es que los "mejores árbitros" son seleccionados para el Mundial (y eso en sí es subjetivo), la realidad es que hay una serie de consideraciones geográficas y políticas en juego.
Los árbitros del Mundial son seleccionados por el jefe de arbitraje de la FIFA, Massimo Busacca, junto a un comité que cuenta con 16 miembros más un representante médico. Diez de ellos son ex árbitros y dos más están a cargo de jueces en sus ligas locales, lo cual es tranquilizante, ya que en años anteriores este organismo estaba lleno de administradores sin experiencia en el arbitraje.
La lógica indica que la FIFA simplemente debería escoger al mejor, sin importar su país de origen y se podría asumir que ser un árbitro de élite implica una combinación de talento y experiencia en la que se incluya un buen ojo, un juicio claro, ser decidido, actuar con diplomacia, fuertes habilidades comunicativas y la capacidad para soportar la presión, además de un buen estado físico. A veces olvidamos que estas personas tienen que correr a la par con atletas con dos décadas menos encima.
Los árbitros experimentados, por su parte, serían aquellos que están acostumbrados a pitar en los mejores partidos del mundo frecuentemente y que están adaptados a la presión, velocidad e intensidad al máximo nivel.
Ahí radica el primer problema. Aunque el deporte está abierto a jugadores, técnicos ejecutivos y dueños sin importar su nacionalidad, los árbitros son un asunto diferente. Ellos están registrados con sus asociaciones nacionales y, a diferencia de los clubes, no importan a los mejores del mundo. Este proteccionismo significa que con contadas excepciones usted no verá a un árbitro en La Liga de España que no sea de ese país. Si un juez no es alemán, la Bundesliga está fuera de su alcance.
Así que aparte de los torneos continentales como la Copa Libertadores y la Liga de Campeones o los partidos internacionales, los árbitros que no dirigen en las principales ligas del mundo no tienen la oportunidad de interactuar a menudo con los mejores jugadores y eso, podría pensarse, los deja en desventaja
No obstante, la FIFA desea ser inclusiva. En parte porque es políticamente conveniente, ya que para algunos países pequeños tener un árbitro que pite el Mundial es lo más cercano a clasificar y en parte porque si nunca se les da oportunidades a aquellos que están en desventaja, pasarán grandes problemas para desarrollarse. Es por esta razón que en Brasil se verán jueces de Gambia, Baréin y Nueva Zelanda.
De hecho, los "chicos", a falta de un mejor calificativo, parecen estar sobrerrepresentados. Europa aportará 13 de los 32 equipos participantes del Mundial, pero apenas nueve de los 25 equipos de arbitraje. Sudamérica tiene seis equipos, pero apenas cinco árbitros. Sin embargo, hay una razón para ello que a la vez es un obstáculo con el que debe lidiar la FIFA.
Por razones obvias, es tradición que un partido entre dos países sea pitado por un árbitro que no provenga de ninguna de las dos naciones. Sin embargo, la FIFA a menudo toma este concepto de neutralidad un paso más allá y lo extiende a continentes enteros. Por lo tanto, un árbitro europeo sólo puede oficiar un partido entre dos europeos o dos no europeos.
Este usualmente ha sido el caso en la fase de grupos, pero en las rondas de eliminación directa, a menudo el mérito ha prevalecido. Asumiendo que la FIFA continúe con esa tradición en 2014, y no es algo seguro, tener más de nueve jueces europeos habría sido un problema, ya que apenas 19 de los 48 juegos de la fase de grupos cumplirían con las condiciones de "neutralidad de confederaciones" para Europa. La FIFA desea asegurarse que cada árbitro tenga la oportunidad de oficiar al menos dos partidos.
Luego de navegar todas estas condiciones, la FIFA presentó una lista que no tiene precedente en al menos una forma. Tan sólo cuatro árbitros (Yuicihi Nishimura de Japón, Ravshan Irmatov de Uzbekistán, Howard Webb de Inglaterra y Marco Rodríguez Moreno de México) tienen experiencia en un Mundial. Otros dos, Joel Aguilar de El Salvador y Peter O'Leary de Nueva Zelanda, fueron incluidos en 2010, pero no pitaron ningún partido. Es un cambio generacional importante y un poco sorprendente si se considera que nueve jueces repitieron Mundial entre 2006 y 2020, ocho entre 2002 y 2006 y siete entre 1998 y 2002.
La FIFA dice que esto se explica, en parte, por el hecho de que varios jueces experimentados se han retirado más o menos al mismo tiempo.
Pero cuando se ven casos como la exclusión de Kassai, uno se pregunta si hay algo más en juego, como un bajón en su desempeño (¿acaso los árbitros no pueden tener bajones como los jugadores?) o quizás un sistema que no está completamente basado en mérito, sino en el que la convención y la geografía juegan un papel inusitado.
Fuente: online.wsj.com