La historia de Palermo y la expulsión de Diego Costa
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La acción es de sobra conocida. En su regreso a la Liga, Diego Costa marca y se va a celebrarlo con los aficionados. En ese momento de extásis se olvida de las Reglas, quizá porque nunca se las hayan explicado y sube los cuatro escalones que separan el campo del lugar donde estaban los aficionados para abrazarse a ellos. Cuando vuelve al terreno de juego, se lleva la desagradable sorpresa de que el árbitro le espera con la tarjeta en la mano. Ve la segunda amarilla y deja a su equipo con diez.
No tardaron en sucederse las reacciones. La mayor parte, cierto es, censurando la escasa profesionalidad mostrada por el delantero, que demostró muy poca cabeza. Otras asumieron el acierto del árbitro, pero se sorprendieron porque existiese esa norma. Por último, y no menos significativa, fue la reacción de este señor que habla en los medios y que llegó a señalar, sin tapujos, que el árbitro fue a por Diego Costa.
La norma es bastante clara. La Regla 12 establece entre los ejemplos de amonestación por conducta antideportiva al celebrar un gol los siguientes:
Los jugadores pueden celebrar la consecución de un gol, pero las celebraciones no deben ser excesivas; no se deberán alentar las celebraciones coreografiadas y no deben ocasionar una pérdida de tiempo excesiva.
El hecho de salir del terreno de juego para celebrar un gol no es una infracción sancionable con amonestación, pero los jugadores deberán regresar al terreno de juego tan pronto como sea posible.
Se deberá amonestar a un jugador por:
• trepar a las vallas perimetrales y/o acercarse a los espectadores de una manera que suscite problemas de seguridad,
• gesticular o actuar de forma provocadora, irrisoria o exaltada
• cubrirse la cabeza o la cara con una máscara o artículos
• quitarse la camiseta o cubrirse la cabeza con ella.
El primer motivo es el objeto de debate y la FIFA lo incluyó a principios de siglo, después de esta acción de Palermo cuando jugaba en el Villarreal. El pequeño muro de la grada cedió ante la avalancha de aficionados que lo querían abrazar y el jugador estuvo seis meses lesionado.
Parece obvio que la grada del flamante Wanda no debe ceder de una forma tan fácil como la hizo entonces la del campo del Levante. Sin embargo, el espíritu de la norma es ese, evitar problemas innecesarios con las celebraciones.
La norma deja abierto el criterio del árbitro, como siempre. ¿Cuándo se considera que se suscita un problema de seguridad? Algún medio, como Marca, intento hacer ver que hubo una doble vara de medir con la celebración del sportinguista Carlos Castro esta misma jornada o la famosa celebración de Rodrigo y su peluca naranja. Sin embargo, hay una diferencia clara a nuestro juicio: Diego Costa no se acerca a la grada, sino que sube hacia ella, aunque no sea "trepando" si no por una cómoda escalera. La tarjeta parece inevitable y esperamos que sirva para que los jugadores se tomen en serio el riesgo que corren, desde todos los puntos de vista, con estas celebraciones.