“Cómplices de la agresión”: cuando el insulto es algo normal
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La jornada de este fin de semana en el fútbol regional y base ha dedicado un bonito homenaje al árbitro Héctor Giner. Pasillos, camisetas de apoyo, paradas en los partidos… Es decir, un lavado de imagen de cara a la galería, porque el mal se sigue cometiendo. Sin ir muy lejos, ayer mismo, este diario publicaba cómo un aficionado del At. Museros agarraba de la camiseta a un colegiado en Castelló y le amenazaba con arrancarle el bazo, realizando una manifestación muy desagradable tras lo ocurrido esta semana. Y lo que pasó en ese campo, seguro que no es una excepción y las actitudes violentas e intimidatorias hacia los árbitros se habrán repetido en múltiples campos no sólo de la C. Valenciana, sino de toda España.
Durante la semana se han cargado las tintas contra el policía nacional A.M.M., jugador del Mislata UF B, que agredió brutalmente a Héctor Giner. La repercusión mediática que ha tenido se debe principalmente a la actividad profesional de A.M.M., a la edad del colegiado (un menor con tan sólo 17 años) y a la gravedad de las contusiones, puesto que el chico requirió que la extirparan el bazo. Sin embargo, tan sólo hay que pasarse por las sanciones de la Federación de Fútbol de la Comunitat Valenciana para comprobar que agresiones e insultos hay cada jornada, y varios. Esto no quiere decir que A.M.M. no sea culpable, pues toda la justicia debe caer sobre él, ya que es el responsable directo de sus actos. Pero el resto de protagonistas del mundo del fútbol no deben mirar desde la ventanilla, sino que deben dar un paso, porque si no lo dan también son cómplices de estas agresiones.
Según parece, A.M.M. no había tenido comportamientos agresivos hasta el momento. Es más, sólo tenía una tarjeta amarilla en 21 jornadas. Y además, su profesión no indicaba que fuera sospechoso de que fuera a cometer tal acción. Sin embargo, lo hizo. Ese ambiente de crispación y falta de respeto a árbitros y rivales que hay en cada partido desde el público o los propios jugadores se puede convertir en un buen combustible para que una pequeña chispa provoque el incendio de la agresión. El fútbol ha llegado a un punto en el que lo «normal» es insultar al árbitro, al rival y a todo lo que se ponga por delante. Esa normalización del insulto y la agresividad ha sido la base para que A.M.M. golpeara y pateara a Héctor Giner hasta que le tuvieran extirpar el bazo.
Si aficionados y jugadores censuraran los insultos e intimidaciones, si simplemente cuando se escuchara a alguien dedicar esas perlas a árbitros y rivales, se acercaran y le dijeran: «Oiga, eso no está bien, eso no es fútbol», tal vez diéramos un pequeño paso para que no se vuelva a producir otra agresión. Mientras se siga arropando a los que insultan y crean un clima agresivo, seremos cómplices.
Autor: David Laguía / Fuente: levante-emv
Comentarios
#1
Este fin de semana recibí el peor insulto que jamás haya escuchado en un campo de futbol. Jugaba el equipo del pueblo donde tengo familia, y un tipo al que conozco y me conoce me espetó: "Árbitro menos mal que tu abuelo está muerto, porque sino sentiría vergüenza de tener un nieto como tú". No tuve más que seguir, sin inmutarme, pero qQué impotencia! Basta ya!
#2
Cuanto ------ hay por el mundo...
#3
Qué coño, lo que tenéis que hacer es colgar el silbato y no moveros hasta que la RFEF tome medidas judiciales contra vuestros agresores, y hasta que los clubs que amparan tales conductas en sus jugadores, dirigentes y aficionados sean expulsados de la competición.
Debéis exigir algo tan básico como la SEGURIDAD FÍSICA EN EL EJERCICIO DE VUESTRA ACTIVIDAD. Vamos, que podáis pitar sin miedo a que os abran la cabeza a palos.
Un día matarán a un árbitro y todos lloraremos... pero será tarde.