El árbitro del Chacarita-Atlanta sintió “desamparo y desolación”
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Era un clásico caliente en la Primera B argentina, pero los incidentes de final del partido sobrepasaron todos los límites. Nada más terminar el partido, hinchas de Chacarita derribaron una pared lindante a la tribuna visitante e ingresaron con inexplicable furia. La pelea arrojó como resultado al mandatario de Atlanta herido por un objeto contundente en la cabeza que fue trasladado de urgencia al hospital.
La barbarie continuó fuera de las instalaciones. Allí se registraron incendios en dos patrulleros de la policía y un micro perteneciente a la gendarmería, además de severos destrozos, corridas, balas de goma y gases lacrimógenos. Mientras los jugadores y directivos del equipo visitante debieron permanecer por más de tres horas en los vestuarios, donde también hubo incidentes, por no estar confirmada la garantía de seguridad.
El árbitro, Fernando Rapallini vivió de cerca estos disturbios y explicó su versión de los hechos: “Vinieron a increparme en el final, pero todo normal, hasta que se empezaron a meter espectadores por todos lados: de la platea, del túnel…”.
En diálogo con Radio La Red, el árbitro del encuentro entre Chacarita-Atlanta del último domingo relató los momentos de zozobra que pasó. “Fue duro, se metieron particulares de todos lados a la cancha, se tiraban de la platea, salían del túnel… Vi una situación totalmente descontrolada”.
Fernando Rapallini le anuló dos goles a los locales a instancias de su asistente por presuntos fueras de juego y por eso algunos se acercaron a increparlo tras el pitazo final, pero explicó: “Algunos me protestaron, pero todo dentro de la medida de lo normal. No hubo palabras desmedidas, solamente reclamos de jugadas del partido y cuestionamientos hacia mi honorabilidad”. Y rescató la actitud de algunos dirigentes de “Chaca”: “Intentaron que la situación no pasara a mayores”.
Más tarde, contó cómo fue la salida de la cancha y los instantes posteriores: “Vino la policía a cubrirnos y salimos con ellos, intentando salir lo más airosamente posible. Después en el vestuario, escuchamos todo lo que pasó afuera, pero estábamos encerrados ahí”. A pesar de que el encuentro culminó alrededor de las 19, recién aproximadamente a las 21 logró salir del estadio, dos horas después.
“Fue algo que sobrepasó a los árbitros, jugadores, dirigentes y fuerzas de seguridad. No se puede prever, pero nadie quiere vivir cosas así”, manifestó Rapallini, quien culminó: “No sé si la palabra fue ‘miedo’, pero sí desamparo, estupor y desolación”.