La fuerza de un árbitro de corazón
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Todo empezó con lo que parecía una anemia. Unos análisis y de inmediato saltaron las alarmas. La leucemia, una enfermedad maldita que lo condujo por vía de urgencia a la habitación de un hospital. Le ingresaron en la unidad de trasplantes y al día siguiente ya estaba comenzando un ciclo de quimioterapia intensivo que duraría siete meses. “Siempre crees que nunca te va a tocar a ti”, recordaba Pablo Nanclares hace unas semanas en una entrevista al periódico El Comercio. Había que prepararse para una lucha diferente a todas. Y hubo que aparcar el arbitraje, pero nunca olvidarlo. “Desde el primer momento, pregunté si podría volver. Me dijeron que si me recuperaba era factible. Y así, poco a poco, fui saliendo”, comentó esta semana en el diario El Progreso.
Había que esperar el milagro de un donante de médula compatible, que al final apareció. Sólo sabe que fue un inglés, de 23 años. La solución estaba en camino, pero los meses posteriores al trasplante fueron los peores. Prácticamente incomunicado en su habitación, desesperado y débil, muy débil. “Lloré muchísimo. Se me cayeron las uñas y tardó un año hasta que me volvió a crecer el pelo. No quería ver a nadie”, comenta en la entrevista El Comercio.
Y por fin, la vuelta a la calle. “La primera vez que salí fui incapaz de andar 50 metros”. Pero en el fondo, una ilusión: volver a los campos de fútbol. “Le preguntaba al médico cuánto me quedaba para salir de allí. Repetía una y otra vez que tenía que ir a arbitrar”. Empezaron los entrenamientos. Lentamente, con sus compañeros asturianos. “Han dejado horas de preparación para no dejarme atrás. Lo agradezco mucho”.
Y como si fuese una película de suspense, en el último intento, hace un mes, superó por fin las exigentes pruebas físicas de los árbitros de Segunda B. Con el año nuevo, llegó la soñada designación: este fin de semana vuelve al Anxo Carro para dirigir un Lugo-Celta B. Al final queda un mensaje: “Se puede salir del cáncer. Hay esperanza”. Lo dice Pablo Nanclares, el árbitro que, como bien tituló El Progreso, sacó tarjeta roja a la leucemia.
Para saber más: El Comercio
Fuente: El Progreso