La importancia de llamar a los jugadores por su nombre (por Pérez Lima)
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Hay un entrenador del fútbol español al que le llaman 'El Sabio'. Yo desconocía el porqué, siempre había imaginado que era por respeto, o títulos conseguidos, pero en un encuentro de fútbol en el Vicente Calderón pude entender y comprender el porquéa Luis Aragonés le llaman así.
Al comienzo del encuentro no le puse importancia, quizás ni me percaté en ese momento: el entrenador del Atlético de Madrid se acercó a saludarnos y desearnos suerte, como hacen todos antes de empezar el partido, nos dio la mano tanto a mí como a mis asistentes y al cuarto árbitro, y nos llamó por nuestro nombre, algo poco habitual y que pasé por alto en ese instante.
Avanzada la segunda parte, el cuarto árbitro me dice: "Vigila al entrenador local está protestando mucho, dice que no hay falta", en referencia a Luis. Le miro, espero que el balón salga del terreno de juego y voy corriendo hacia la zona de banquillos con la intención clara de amonestarle. "No puedo permitir ese tipo de conductas", pensé. Cuando me acerco a Luis Aragonés, me mira y con los brazos abiertos y las palmas hacia arriba me dice: "Pero Manuel Ángel, si no le ha tocado". En ese instante me quedé quieto, le sonrío y le comento: "No proteste más, que para mi hubo derribo". Di media vuelta y seguí dirigiendo el partido. Al final del encuentro se acercó, me felicitó y se despidió de igual forma: "Manuel Ángel, que tenga usted buen viaje de vuelta a Tenerife".
Al hacer el análisis del encuentro y el posterior informe, me detuve a pensar: ¿por qué no amonesté a Luis Aragonés si iba con la intención clara de hacerlo? En ese momento fue cuando comprendí porqué le llamaban 'El Sabio'.
Jim Farley descubrió al principio de su vida que los hombres se interesan más por su propio nombre que por todos los demás de la tierra. Cuando Luis Aragonés me llamó por mi propio nombre, me quedé sorprendido de cómo sabe manejar a las personas, ese don para organizar le ha hecho un genio como entrenador.
Me di cuenta que la lección que aprendí en el Calderón me ayudaría en mi carrera como árbitro: había descubierto la importancia que atribuyen las personas a su propio nombre. Y es que si había dado un resultado positivo en mí, también podía utilizar la técnica del nombre con los jugadores.
A partir de ese día empecé a llamar a los jugadores por su nombre: el resultado fue increíble. Si se producía una tangana, me acercaba rápido y llamaba a los jugadores implicados por su nombre, me miraban y acto seguido colaboraban siguiendo mis instrucciones. Se sentían respetados, no les decía "11 y 5, pónganse para atrás". Les decía: "Montoya, tranquilo, eso no son formas. ¡Por favor, colaboren! Sin su ayuda esto es imposible".
En una ocasión dos jugadores no estaban actuando correctamente sobre el terreno de juego; discutían, se agarraban, se encaraban y tenían cosas pendientes de partidos anteriores. En el descanso, les cité acompañados de sus capitanes y delegados de equipo y les dije: "Fernando, Leo, vuestra actitud sobre el terreno de juego no es correcta, no es lo que se espera de grandes profesionales como ustedes. Me gustaría que en la segunda parte cambien y se comporten como hacen siempre, correctamente, ya que son un ejemplo para este deporte y los niños que os miran como sus ídolos". ¡Increíble! Su comportamiento en el segundo período fue ejemplar y eso se transmitió al resto de compañeros. Según terminó el encuentro ambos vinieron a mí, me abrazaron y me dieron sus camisetas, las cuales guardo junto a mis trofeos más queridos.
Al día siguiente los medios de comunicación analizaron mi actuación: "El árbitro Pérez Lima pasó desapercibido", titulaban algunos periódicos, e incluso el delegado del partido me puso un informe donde dice que el comportamiento de los jugadores fue ejemplar. Eso es arbitraje preventivo o psicológico; queda mejor y más didáctico, es el arbitraje que nadie valora y desde mi punto de vista, es el que debe realizar un buen árbitro.
Como osteópata desde hace más de 20 años, soy de la opinión que más vale prevenir que curar. Pasa exactamente lo mismo en un terreno de juego: transmitiendo confianza a los jugadores se consigue mucho más que utilizando las cartulinas como Clint Eastwood los disparos en una película de Western. Un árbitro que muestra 12 o 13 cartulinas por partido demuestra que el efecto de las cartulinas ha sido negativo. Así que ya saben amigos, hagan caso al Sabio, que los sabios, sabios son.
Comentarios
#1
seguro que es eficaz en este termino y si fuera fuera de tus fronteras y con NOMBRES EN IDIOMA DIFERENTE?
#2
CLARO QUE FUNCIONA... COMO ARBITRO DE FUTBOL DE LIGAS SEMIPROFESIONALES Y DE FUERZAS BASICAS DE EQUIPOS PROFESIONALES Y AMATEURS SIEMPRE TENGO LA COSTUMBRE DE APRENDER DESDE LA REVISION DE CREDENCIALES LOS NOMBRES DE CAPITAN Y SUBCAPITAN Y EN EL TRANSCURSO DEL PARTIDO DE LOS DEMAS INTEGRANTES DE AMBOS EQUIPOS Y ASI SUCESIVAMENTE CADA ENCUENTRO..
#3
por buen ejemplo profesor , lo trasmitire en la ciudad de chiclayo-peru an la cual soy asesor de arbitros .ojala pudiera aportarme mas situaciones para aprtar en mi lugar.gracias
atte
jose william martinez mendoza