Pérez Lasa: “El árbitro debe sentir siempre la adrenalina”
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Miguel Ángel Pérez Lasa (Andoain, 21-X-1967) dejó hace dos semanas el arbitraje y recibió el pasado viernes en el Kursaal un homenaje por su trayectoria: 30 años como colegiado, 16 de ellos en Primera División, categoría en la que ha pitado 275 encuentros, solo superado por los 292 de Iturralde
Donostia. Pérez Lasa ha compaginado todos estos años su labor como árbitro de elite con su trabajo en Setalde, empresa de la que es socio, pero colgar el silbato supone dejar atrás una parte importante de su vida. "Me va a dar pena cuando empiece la próxima temporada y no esté ahí", reconoce. En su momento se le quedó la espina de no alcanzar la internacionalidad, pero superado ese mal trago, reconoce que no tiene "motivos ni derecho a quejarse". Su sello de árbitro "hueso", como él mismo dice, ha quedado en los campos.
¿Por qué empieza a arbitrar?
Entrenaba a chavales de tercero y cuarto de EGB en Andoain y a la vez les arbitraba. Organizaban torneos de fútbol sala con gente veterana y empecé a arbitrar esos torneos. Con mi carácter, se me dio bastante bien. Con quince años me animaron a entrar en el Colegio Guipuzcoano de Árbitros, porque tenía buenas maneras e imponía a los jugadores en el campo. Me fue yendo bien. Debuté en un partido entre dos equipos de Andoain, el Ondarreta y el Euskalduna, de infantiles.
¿Le fue enganchando el arbitraje?
Sí, sí. Al final es una perspectiva diferente de ver el fútbol, es dirigir un partido, gestionar las reacciones de los jugadores, aplicar las reglas del juego. La ley de la ventaja es lo que más disfrutas, hacen una falta pero aguantas y si encima termina en gol, disfrutas muchísimo. Empecé a sentir esa sensación de adrenalina. Un árbitro siempre debe sentirla.
Pasó por todas las categorías.
Los árbitros tenemos que ir peldaño a peldaño. Estuve un año en Segunda Regional, dos en Primera Regional, dos en Preferente, dos en Tercera, cuatro en Segunda B, dos en Segunda y 16 en Primera. Ir paso a paso es bueno para adaptarte al ritmo de juego, aguantar la presión del público y la mediática...
Como linier debutó pronto en Primera División.
Tenía 23 años, creo. Entonces, los árbitros de Segunda B y Tercera hacían de jueces de línea en Primera. Me eligió Urío Velázquez e hice de linier varios partidos con él. Ha sido mi referente, era un árbitro con solera, muy bueno. Sus últimos años en Primera fueron los mejores.
¿Recuerda su debut en Primera?
Fue el 7 de septiembre de 1997, un Zaragoza-Oviedo, empate a tres. Señalé un penalti a Garitano y expulsé con roja directa a Pier, que metió una patada en los huevos a un rival. Me quedó buen sabor de boca. Fue intenso, ¿eh? Seis goles, un penalti y una expulsión para empezar... Yo era un árbitro valiente y echado para adelante, quizás demasiado autoritario, y en aquel partido hizo falta autoridad.
Hace cuatro años fue protagonista de un documental sobre la labor arbitral. En un momento dice que las dos primeras temporadas no dejaba que los jugadores le miraran ni con el rabillo del ojo.
He sido un árbitro muy impulsivo, bastante arisco, me enfrentaba a los jugadores. Era un árbitro autoritario, luego te das cuenta con el tiempo, cuando te conocen y te sientes más seguro, de que hay que gestionar los partidos de forma diferente. Te das cuenta poco a poco de que no tienes que mirar con esa cara amenazante, algo que se me ha criticado mucho en los medios de comunicación, quizás con razón. Yo era así, con el tiempo vas ganando seguridad y gestionas los partidos de forma diferente, con más mano izquierda.
¿Hasta qué punto se puede dialogar en un terreno de juego?
Los últimos años he dialogado mucho, pero tampoco puedes tener conversaciones continuas. Se confunde muchas veces el comentario con la protesta. Hay jugadores que hacen un comentario e inmediatamente pasan a la protesta. Hay que crear una relación con los jugadores. Si reconoces por ejemplo que no has visto algo, reaccionan de forma distinta que si te enfrentas a ellos. Creas una relación en la que hay un respeto, en la que ellos entienden que te puedes equivocar como árbitro, que si no lo has pitado es porque no lo has visto. Ese es el punto óptimo de un árbitro. Estos últimos años yo he llegado a ese punto, casi no he sacado tarjetas por protestar.
La edad obligatoria de jubilación para un árbitro en Primera es 45 años. ¿Es demasiado pronto?
Para lo que se está exigiendo físicamente, es un punto óptimo. Nos exigen mucho físicamente. Quizás no sea necesario tanto, pero es así y hay que buscar el equilibrio entre la exigencia física y lo que el cuerpo aguanta. Entrenamos mucho. A los 45, años por mucho que te hayas cuidado, el cuerpo no tolera el entrenamiento tan duro.
¿Está satisfecho con su trayectoria?
Muy satisfecho. He arbitrado muchos años en Primera División, con 275 partidos soy el segundo que más he arbitrado (después de Iturralde González, que dirigió 17 más). He pitado todo lo pitable en la Liga española. Estoy satisfecho de todo lo que he hecho y de cómo he terminado mi carrera deportiva.
La de árbitro es una labor poco agradecida.
Yo también lo pensaba, pero con el tiempo te das cuenta de que la gente te valora. En la calle no he tenido nunca ningún problema. La gente diferencia el árbitro de la persona, y cuando te retiras recibes muestras de cariño. Cuando estás en un partido y hay tensión y pasión, ahí no te sientes querido, claro, sino vilipendiado e insultado. Pero estamos preparados para aguantarlo. Oyes insultos desde la grada, incluso algún día le miraba a los ojos a alguno que me insultaba especialmente. La gente de alrededor se reía. Psicológicamente tienes que estar preparado para evadirte.
Los jugadores no ayudan mucho.
El jugador quiere ganar y si puede sacar beneficio, lo saca. Es normal. Luego haces relación con ellos, te encuentras con ellos en el aeropuerto, en algún bar después de los partidos... Tienes una relación profesional con ellos.
¿Cuando se da cuenta de que ha cometido un error en un partido, tiene la tentación de compensar?
No, porque te equivocas dos veces y no puedes hacer eso. No sabemos hacer eso. ¿Vas a dejar de pitar una falta para compensar? Los árbitros no hacemos eso.
Típica frase que se suele oír: "Esa falta la ha pitado el público".
No porque te dejes llevar por la presión del público, pero alguna vez llegas a pitar por intuición, por los gestos de los jugadores o por la reacción del público. Igual algo no ves claro y por la reacción piensas que ha podido ser, pero no por la presión del público. He llegado a pitar alguna vez por intuición.
Tuvo un capítulo desagradable con Jesús Gil en sus inicios en Primera.
Me criticó en lo personal. Las críticas deportivas las acepto, las personales no. Me comunicaron que subía a Primera un 2 de julio y el 6 fui a Sanfermines. En un control de alcoholemia, di 0,5 más. Gil se enteró y cargó contra mí después de un Barcelona-Atlético. Dijo: "Me pareció que el árbitro estaba borracho ayer". Me afectó porque fue un tema personal que no te ataca solo a ti, sino a tu entorno, a tu familia. Luego la gente que quiere hacerte daño aprovecha esas cosas. Unos años después bajó al vestuario y me pidió perdón. Me dijo que en esos momentos de cara a la afición... Le dije que vale, pero que lo dijera en prensa. No lo hizo, claro.
¿El estadio o los estadios más difíciles de Primera?
No hablo de estadios difíciles o fáciles. Me gustaban los ambientes calientes, porque me mete más en el partido, me pone ese punto de estrés que puedo controlar. Me gusta Sevilla, Valencia, Osasuna, el Calderón... campos con ambiente caliente. Los fríos como Montjuic o Mallorca no. Pero no se trata de que haya campos sencillos o complicados.
¿Los jugadores más conflictivos?
No te voy a dar nombres, pero hay jugadores pesados, que están continuamente comiéndote la oreja. Ya les dices: "Pesado, cállate". Te hacen comentarios continuos. Hay jugadores más conflictivos por lo que crean y porque les provocan. Hay que tener más control sobre ellos y eso los árbitros en el vestuario lo comentamos. Hay jugadores que buscan contacto cuando estás de espaldas, por ejemplo, cuando hay un contraataque. Ahí suele haber conflicto y tiene que estar atento un linier y el cuarto árbitro. Nuestra obligación es controlar todo eso.
También habrá jugadores más manejables o fáciles.
Sí, hay futbolistas con los que tienes más relación y no te dan problemas, que no protestan.
En alguna ocasión ha dicho que siempre ha tratado igual a los jugadores, sean quienes sean, pero no tiene que ser fácil hacerlo.
En el reportaje del que hemos hablado antes se vio que es así. Me da igual que un jugador sea de un equipo u otro, las protestas siempre las he frenado.
Cada vez son más habituales las imágenes de varios jugadores rodeando a un árbitro y protestando.
Son estrategias orquestadas por el entrenador, es un tema que los árbitros hemos analizado en nuestras concentraciones. Son estrategias claras y orquestadas, te rodean y te presionan. Contra eso tenemos nuestros métodos, que son las tarjetas. Me acuerdo que este año en un gol del Getafe contra el Real Madrid vino Albiol corriendo a protestar y otros detrás. Le saqué amarilla y los demás se fueron.
¿Le han esperado en el parking alguna vez como hizo Mourinho a Teixeira Vitienes?
En el parking del Camp Nou está el autobús del equipo y al lado el coche del árbitro. Nunca me ha pasado eso. Si ocurre, nuestra obligación es evitar el enfrentamiento y reflejarlo en el acta.
¿Solo protesta al árbitro el que pierde?
Normalmente sí. El que se siente perjudicado.
¿Qué marca la diferencia entre un árbitro y otro?
La diferencia está en el aspecto psicológico. Físicamente estamos todos del estilo, y técnicamente conocemos al dedillo las reglas del juego. La gestión de los partidos, aguantar la presión de los jugadores, la presión ambiental, la presión mediática... es lo que diferencia a un árbitro de otro. Saber gestionar la situación de partido es clave. Los partidos en los que está en juego el descenso hay mucha tensión. Hay veces que ves que un partido está tomando una actitud dura a nivel de entradas. Hay que saber llevar cada situación.
En Anoeta no ha pitado, pero sí lo hizo en Atotxa.
Hice de linier en una final de Copa de Gipuzkoa entre el Real Unión y el Trintxerpe. Guardo alguna foto. Fue un día de Nochebuena por la tarde. Ganó el Real Unión 2-0. Me echaron un cubo de hielo (se ríe). Es una anécdota muy aislada.
Tiene clavada la espina de no ser internacional.
Sí, porque es la aspiración de cualquier árbitro, lo que pasa es que luego pensándolo no tengo derecho a quejarme. Eso ocurrió a principios de 2006 y luego he estado siete años en Primera División. Creo además que han sido los años en los que mejor he arbitrado, más tranquilo, siendo más yo mismo, sin presión. No tengo motivos para quejarme. Me siento un privilegiado. No llegué por circunstancias ajenas a lo deportivo. En su momento me pareció injusto, pero ya está.
¿Va a seguir vinculado con el arbitraje?
Sí, quiero seguir. Tantos años de experiencia tienen que valer para los que vienen de abajo. A nivel didáctico, tengo cosas que aportar, sobre todo ese arbitraje que no está escrito. La gestión de los partidos, por qué en el minuto cinco igual has permitido algo y en el 35 no para evitar que el partido se caliente. En mi último Madrid-Atlético saqué en 16 minutos cinco amarillas y en el 20 amonesté a Mourinho. Se acabó el partido. Saber cuándo cortar para hacerte con el partido es algo que se puede enseñar, yo lo he ido aprendiendo con los años.
Fuente: noticiasdegipuzkoa.com