La explosiva forma de echarle la bronca a un jugador
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Era una final, en la que todos estaban a más pulsaciones de la deseadas. Jugaban el Cruzeiro y el Corinthians y dirigía el imponente árbitro brasileño Anderson Daronco, que supera el 1,90 de altura. Después de una protesta del jugador, reacciona así.
Parece claro que lo que dijo el futbolista colmó la paciencia de Daronco, que decidió pararle los pies de forma inmediata. ¿Lo consiguió? Sin duda. El jugador se calma y se va sin apenas articular palabra. Ahora bien, ¿era la mejor manera de hacerlo? Pues no, por varios motivos. Lo primero, parece un exceso de autoridad, aumentado por la superioridad física del árbitro sobre el jugador. Después, la excesiva gestualización y posiblemente gritos denotan más nerviosismo que control de la situación. Además, corre el riesgo de que el jugador se ponga a su nivel y tenga el dilema de cómo responder. Para finalizar, deja al jugador, que seguro que hizo algún comentario desagradable, de víctima. De hecho, aseguran que después de la bronca, en los labios se puede leer algo así como "¿para qué esto? Yo le respeto y usted me respeta".
El árbitro pudo haber sido incluso más firme mostrando más calma y menos elocuencia. No siempre es fácil, porque también tenemos la sangre caliente, pero tampoco debemos olvidar que si nos dicen algo que nos parece una especialmente grave, la tarjeta es un arma más que suficiente.