Más de redes que rompen y traidores efectos ópticos

Hace unos días comentábamos la desgraciada jugada en la que el efecto óptico traicionó a un árbitro juveniles y le hizo dar un gol que entró por fuera (La grada puede cantar gol por error, pero el árbitro nunca tiene disculpa). Decíamos que eran situaciones terribles para el árbitro, por lo ridículo del fallo, pero que a muchos les había pasado porque la vista muchas veces nos engaña.

De Brasil tenemos otra jugada, con el “agravante” de que en este partido había árbitros asistentes. Eso sí, la consecuencia es la contraria: el balón entra claramente, pero un rebote en una red excesivamente tensa hace que el árbitro piense que el balón pega en el poste. A esto ayuda, la reacción del defensa, despejando el balón como si nada hubiese pasado.

En el fútbol profesional también pasan estas cosas. Ya ha llovido, pero podemos recordar la desgraciada jugada que le sucedió en 1996 a Rubio Valdivieso, uno de los buenos árbitros de aquella época. En un Sporting-Racing, Quique Setién disparó a puerta y el balón entró raso pegado al poste de la meta de Ablanedo (¡qué dos históricos, por cierto!). La red estaba rota o se rompió y el balón acabó fuera. Aunque el árbitro inicialmente dio gol, el asistente le hizo rectificar.