I´m a ref (4): Un caballo en el campo de fútbol

En esta nueva entrega me gustaría dejar de lado un poco el fútbol y hablar un poco de mi día a día y de las anécdotas que me han pasado a lo largo de mi estancia hasta hoy.

Como sabéis, mi inglés al llegar era como el de un recién nacido. El “How are you?”,  “Fine, thanks”, “Where are you from?” están muy bien, pero no valen para nada más que para saludar. Para mejorar, se debe ir a una academia, evitar juntarse con españoles y hacer amigos ingleses. Pues bien, de todos estos propósitos solo hice uno de ellas la primera. Vivo en una residencia que para colmo el 30 % son españoles y el resto franceses, italianos, portugueses y brasileños. Ingleses… ¡ni uno!  Pese a todo ello mi inglés ha mejorado notablemente, aunque siga sin entender nada por teléfono.

La residencia en la que vivo no está nada mal. Tengo una televisión de plasma tan bien colocada que si yo la veo mi compañero no la puede ver y viceversa.  Supuestamente tengo wifi, aunque parece que me conecto desde los Alpes, porque nunca cojo la señal. Hay un minigimnasio con dos pesas , una bici, cuatro maquinas y un olor a sudor  riquísimo; y una biblioteca de la que no os puedo decir nada porque todavía no la he pisado.
 
Tengo mucha suerte con mi compañero de habitación, que es un trabajador nato. Un día, un amigo en común le animó a mandar el curriculum a la cadena de sandwiches Pret & Manager. Se ofreció a ayudarle a redactarlo. La respuesta fue antológica: “Sí, pero, buff… ¿y si me cogen?’’. Menudos dos que somos.

Y ya que no hay muchos amigos ingleses, intento juntarme con franceses e italianos que tienen un nivel de inglés bastante bueno. Me veo todas las series que puedo en ingles, con subtítulos, y leo alguna que otra novela, cosa que ayuda bastante. Al menos ya superé lo de reírme “Resacón en Las Vegas” sin entender nada por no quedar mal delante de todo el mundo.

Es que esto de no controlar mucho el idioma da lugar a situaciones embarazosas. A los pocos días de llegar decidí conocer la ciudad y en una visita que hice al barrio de Candem, en el metro, una señora me dijo algo. Yo pensé que me preguntaría sobre alguna duda sobre qué línea coger y le dije: “Sorry, I’m not from here’’. Menos mal que  un amigo que venía conmigo me dijo. “¡Que no hombre! ¡Que le ayudes con el carrito del bebe!”.

Pero no podía acabar mi crónica sin contar una de arbitraje. El último partido que arbitré fue en un parque enorme “cerca” de mi residencia y allá por el minuto 60 en medio de un contragolpe entra un caballo y su jinete dándole con la fusta cruzando el campo a toda leche. ¡Que sí, que sí! ¡UN CABALLO!

Llevo arbitrado en Londres seis partidos. En tres no ha pasado nada destacable, en uno un jugador estaba fumando en el campo justo antes de dar la señal para comenzar, en otro los linieres empiezan a voces en medio del partido , pero... ¿Un caballo? ¿En el siguiente que puede ser? ¿Un barco pirata?