La violencia contra los árbitros sigue siendo un problema mundial

Empezamos por Argentina. Partido de juveniles de llamada Champions Liga Juvenil que disputan distintos barrios de Bahía Blanca. El cuarto árbitro, Pablo Martín Catán, entró a separar a los jugadores y fue brutalmente agredido... ¡por los dos equipos!

"Era la semifinal. Yo estaba de cuarto árbitro y el principal cobró una falta. Un jugador le pegó un cabezazo al otro y el juez lo echó. Este se alteró y le pegó una piña, lo que deriva en la suspensión del encuentro. Si bien hubo algunos que colaboraron para calmar la situación, otros se sumaron al desmadre. Ahí es cuando ingresé a separar, me agredieron", contó a La Brújula 24.

Y agregó: "Sólo atiné a cubrirme la cabeza porque si me desmayaba, quizás no me levantaba". Las heridas que sufrió fueron un corte en la frente y hematomas en la parte superior de la cabeza. También dijo que alguien que entró al campo de juego lo agredió con un palo en la espalda y le dejó moretones en las piernas.

"Yo trabajo de árbitro hace diez años, pasé por distintas Asociaciones y ahora pertenezco a la Cooperativa de Árbitros. El médico me sugirió hacer reposo. El domingo a la noche me dieron unos antibióticos. Este tipo de cosas te sacan las ganas, pero es algo que me gusta. Incluso, en estos casos uno pone en la balanza también lo económico y si vale la pena semejante sacrificio y los riesgos porque, por este partido me pagaron 700 pesos", lamentó.

Otra de juveniles, también en Argentina. En esta, una agresión al árbitro fue el detonante de una batalla campal en la que al menos tres chicos de 15 años terminaron hospitalizados. Ocurrió el último domingo, durante el encuentro de séptima división entre Porteño y CRIBA, de la liga amateur platense. El descontrol fue total: padres y allegados de ambos clubes invadieron la cancha, hubo piñas, patadas voladoras y golpes a chicos que estaban tirados en el césped.

Botellazo en Guatemala. Mario Escobar tuvo que ponerle fin al partido de ida de las semifinales del Apertura 2018, entre Cobán y Guastatoya, cuando faltaban cinco minutos para que concluyera, por un episodio lamentable de parte de un grupo de aficionados de Cobán Imperial.

 
El árbitro estaba cerca de la zona de tiro de esquina, junto a jugadores locales y de Guastatoya, cuando alglunos aficionados comenzaron a lanzar objetos al terreno de juego y uno de ellos, evidentemente una botella de vidrio, impactó en la cabeza de Escobar. Inmediatamente el juez abandonó el terreno de juego.

Y para terminar, España. La semana pasada, tuvimos otro bochornoso espectáculo en un partido de benjamines en Maspalomas,cuando tuvo que intervenir incluso la Policía Nacional.El partido estaba caldeado e incluso se produjo una tangana entre jugadores, algo inusual con la temprana edad de los futbolistas, que provocó la expulsión de un jugador del Maspalomas y dos del San Juan. Además, el colegiado de Tercera División Ravelo Santana mostró cinco cartulinas amarillas a integrantes de uno y otro equipo.Esa trifulca en el campo se trasladó a la grada, donde padres y madres se enzarzaron en discusiones y peleas que obligaron a que fuera requerida la presencia policial.

Por si fuera poco, un árbitro aragonés de fútbol sala resultó agredido, cuando un jugador lanzó un fuerte pelotazo hacia el árbitro, con clara intención de que el balón impactase sobre el colegiado. Lo consiguió, pero la rápida reacción del trencilla evitó que el esférico le golpease fuertemente en su rostro al taparse la cara con sus manos, y evitar males mayores.

Según relatan alguno de los testigos presentes en el encuentro, "era la segunda vez que lo intentaba. Si bien la primera no fue tan descarada". El árbitro en la primera ocasión interpretó que no había habido voluntariedad, por lo que no sancionó al jugador, pero unos minutos más tarde, lo volvió a hacer tras protestarle la jugada anterior citada. Una vez le fue mostrada la cartulina roja directa, tardó en abandonar los aledaños del terreno de juego, como manda la normativa.