No podemos tirar la temporada por una lesión (2) (por Pérez Lima)
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La osteopatía se desarrolló a finales del siglo XIX en los EEUU gracias a los trabajos del Dr. Andrew Taylor Still, quien recopiló numerosas técnicas de manipulación practicadas por diferentes culturas, las analizó y las integró en una disciplina nueva y depurada.
La osteopatía se define como una técnica terapéutica manual, que se fundamenta en la estructura ósea del cuerpo, considerada como eje de la vida, y que mediante manipulaciones de la columna vertebral, los músculos y sus membranas de inserción o fascias, las vísceras y los huesos del cráneo, busca restaurar la movilidad y la correcta comunicación entre los distintos sistemas y órganos del cuerpo, por muy alejados que estén entre sí. Sólo una vez que esta armonía ha quedado restablecida, el organismo puede aspirar a la autocuración.
Las únicas herramientas del osteópata son sus manos, y con ellas realiza unos ajustes, que nunca son dolorosos ni traumáticos, a fin de calmar y frenar las posibles disfunciones orgánicas y restituir la circulación de energía entre los diferentes sistemas del organismo. Y es que la osteopatía considera al ser humano en su globalidad y las diferentes partes del cuerpo, como interdependientes unas de las otras.
Los árbitros tienen mucho que ganar con esta ciencia. Muchos recurren a ella para tratarse de una lesión que les afecta y les limita en su rendimiento deportivo. Los hay que acuden con una visión preventiva, a fin de evitar que se produzca cualquier tipo de distensión o lesión futura de la que su práctica deportiva los haga más o menos propensos, pero en cualquier caso lo que se pretende es equilibrar su sistema estático y postural minimizar así los riesgos de lesión o malformaciones.
Una vez se acude a la consulta, el osteópata hará un examen minucioso de los procesos patológicos y compondrá el historial clínico del árbitro, así como el equilibrio entre entrenamientos, partidos y pruebas físicas, para lo cual incorporará preguntas sobre sus hábitos alimenticios, estilos de vida, precedentes familiares y su rutina deportiva. Tras una meticulosa exploración, observando cómo se mueve, cuáles son sus inclinaciones estando erguido, sentado y en diferentes posturas, palpando las vértebras y detectando si hay rigidez muscular y analizando cómo respira y se relaja, establecerá un diagnóstico, en el que se apuntarán las causas primeras de las lesiones o dolencias, que en muchos casos pueden tener orígenes múltiples e inesperados. A veces un esguince mal curado, puede ser el responsable, años más tarde, de un problema más grave y persistente de dolor de espalda o cervicales. A partir de ahí, se aconseja el tratamiento más adecuado, en función de la edad, la gravedad de la lesión y las características físicas del árbitro.
“RECUERDA MAS VALE PREVENIR QUE PARAR”