El penalti que no se pudo lanzar
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El clásico del Sur mendocino otra vez se vio empañado por lo extra futbolístico, y lo ajeno al fútbol le ganó la pulseada al deporte. Se sabía que era un partido con dientes apretados, que todo podía suceder, porque había antecedentes.
El derby lo terminó a los 42’ de la segunda parte cuando Huracán ganaba 2 a 1 y había sancionado un penal para Pacífico la cual nunca se ejecutó porque la hinchada visitante hizo lo imposible para que ello no sucediera, al romper la tela, ingresar al campo de juego y al arrojar proyectiles que pudieron lastimar a más de uno.
Las miradas debían ser sobre el partido, pero éste ya no se jugaba y la visita que festejaba a medias el pasaje a otra fase de la Copa Argentina, veía como la historia se complicaba y no solamente porque el local tenía una ejecución desde los doce pasos, sino porque en otro sector, Amieva se retiraba expulsado y cuando iba a ingresar al túnel, la tapa se cayó (la empujaron o se cerró sola), pero ese pesado chapón cayó sobre el jugador lastimándolo y provocando la reacción de jugadores y cuerpo técnico del Globo. Todos corrieron hacia el colegiado que quedó en medio del tumulto de policías, futbolistas y otros actores que no tenían nada que hacer allí.
El barullo entre la policía y el plantel de Huracán, los forcejeos, empujones y maltratos, generó la caída de un efectivo y la expulsión de Marcelo Torres, DT interino de Huracán, quien al igual que sus dirigidos se mostraba molesto por el penal sancionado y por la agresión a Amieva.
Más allá, en el otro sector del estadio, varios integrantes de la hinchada visitante ingresaron a la cancha rompiendo la tela y no dejando ejecutar el penal.
Mientras, en el campo de Huracán, Torres se iba expulsado y cuando ingresaba al túnel, recibió un proyectil en la cabeza y con sangre sobre el rostro, retrocedió en sus pasos en búsqueda del árbitro para mostrarle la herida. Eso enardeció más a los jugadores del Globo ante la mirada de lejos, de Pizzolatto, y más atrás el plantel de Pacífico que nunca entró en problemas.
La policía era agredida y muchos uniformados respondían con los jugadores visitantes, buscando que la calma volviera a sus cauces para que se pudiera ejecutar el penal. Pero nada de eso pasó.
El clima se enrareció y cuando el partido llevaba más de 15’ sin jugarse, el árbitro a modo de conferencia de prensa, rodeado por policías y en el medio del campo, informaba junto al jefe del operativo que el partido se suspendía a los 43’ con un penal por ejecutarse para Pacífico y sin garantías para seguir con las acciones del juego.
Con el desalojo de los hinchas del Globo y con los dos planteles calmados, todo hacía suponer que la serie continuaría pero Pizzolatto se mantuvo firme en su decisión y el partido no terminó por los disturbios detallados.
Fuente: losandes.com.ar