Las claves del yoyó test, la nueva prueba que nos lía a los árbitros
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Como bien sabéis, la FIFA tiene establecidas las siguientes pruebas físicas para los árbitros:
— Una prueba de velocidad, que consiste en 6 series de 40 metros.
— Una prueba de resistencia, que consiste en realizar series de intervalos de 75 metros corriendo y 25 metros caminando. Antes de 2016, la distancia era de 150 metros corriendo y 50 caminando.
Estas dos pruebas son muy conocidas por todos. La principal novedad es que la segunda prueba puede ser sustituida por una más extraña, que se denomina yoyó. En España, esta temporada se aplica por primera vez y hace olvidar el test de los 2000 metros lisos, que se exigía a los árbitros nacionales y, por extensión, al resto. Esa distancia formaba parte de las pesadillas de muchos árbitros, que celebraron su supresión. ¿Acaso es el yoyó más sencillo?
Para empezar, hay dos tipos de yoyó. Uno dinámico, con conos por todo el campo de fútbol y otro llamado intermitente, que consiste en recorrer 20 metros en línea recta para volver al punto de salida. Es este último sistema el que se está empleando en las pruebas en España y es este el que voy a intentar a analizar desde la perspectiva de mi experiencia; un preparador físico supongo que os lo explicaría con más rigor.
El origen. La prueba fue ideada por un danés, John Bangsbo y tiene el valor de ser una de las pruebas más fiables para medir el consumo máximo de oxígeno de forma progresiva (aumenta su dificultad en el tiempo) y maximal (termina cuando el atleta ya no puede continuar con la prueba).
La realización. Normalmente, se hace en un campo de fútbol. Dos conos marcan la línea de salida. Suena un pitido. Arrancas. Tienes que pisar la línea entre conos situada a 20 metros y volver sobre tus pasos otra vez hacia la salida. En medio, suena otro pitido, sólo como referencia que significa que has consumido la mitad de tu tiempo. Cuando suene el siguiente pitido, ya tienes que haber cruzado la línea de salida otra vez, es decir, haber recorrido los 40 metros. A partir de ahí, tienes 10 segundos de recuperación, en los cuales deberás prolongar tu camino 5 metros para girar y volver a la línea de salida. Estos 5 metros se convierten en una anécdota cuando la velocidad aumenta, ya que la propia inercia de la llegada te hace recorrerlos.
La velocidad. Hay varios sistemas de yoyó, pero el empleado por los árbitros es el nivel-1. Sigue la siguiente tabla, obtenida de esta web donde os cuenta muchas más cosas de la prueba. Como veis, la velocidad sube en cada nivel 0,5 kms/hora, pero es idéntica en cada serie del mismo nivel. Es decir, que el ritmo en la serie 14.1 y la 14.8 es el mismo. Se hace una serie en el nivel 5 (un trote), una en el 9 (otro trote), dos en el 11 (trote alegre), tres en el 12 (un poquito más) y cuatro en el 13, donde se termina el “calentamiento”. A partir de ahí, 8 series por nivel. Empieza lo serio.
La puntuación. Para que os hagáis una idea, a los árbitros de Primera, Segunda y Segunda “B” en España se les exige completar el nivel 18.2. En el programa de talentos (ascenso a Segunda “B”), esa es la marca mínima, pero para obtener la misma puntuación tienen que llegar al 19.2, una marca muy difícil de conseguir. Al primer fallo (no pisas la línea de los 20 metros o no completas la de 40 metros en tiempo), se te avisa. Al segundo, se te elimina. Ojo con las nulas, es muy fácil que los nervios te jueguen una mala pasada incluso en niveles “sencillos” donde la velocidad de reacción no es importante.
¿Es más difícil que el 2000? Es totalmente distinto, aunque aquí acabas haciendo una distancia muy similar. En el 2000, arrancas una vez y ya no frenas. Aquí, si completas el nivel 18.2, habrás hecho 45 series que suponen 90 arrancadas. ¿Por qué 90? Porque cada giro supone una nueva arrancada. Si eres un tractor, esta prueba te matará. Si eres un tío con una resistencia simplemente buena, pero rápido, fuerte y ágil podrás superar a ese que te sacaba 20 segundos en las cinco vueltas a la pista.
Las claves. No regalar en las series que vamos sobrados, pero no arriesgarnos a que nos den un aviso. Ensayar el frenado y el giro. Tener capacidad de sufrimiento, porque la prueba te ahoga en una doble dirección: cada vez estás más cansado y cada vez tienes que ir más rápido. Los 10 segundos acaban por no llegarte a nada y cada serie se convierte en un reto. Puede parecer que la diferencia entre un árbitro que haga 18.2 y otro que haga 18.5 es mínima. Al fin y al cabo, son “solo” 120 metros. Os puedo asegurar que eso es muchísimo.
El entrenamiento. Aquí es donde entra el preparador físico en acción y no me voy a atrever a sustituirlo. Lógicamente, hay que trabajar algo los giros y las arrancadas. Hay que conocer la prueba y, cuando se ensaye, hacerlo bien. Es muy fácil engañarse a uno mismo diciendo que alcanzó tal nivel cuando el pitido suena y aún nos queda un metro por llegar. Eso no es correcto y si el control de la prueba es estricto, el día que nos evalúen nos eliminarán.
¿Dónde descargar el audio? Os dejamos el enlace del Comité Gallego y o este en inglés