En el fútbol hay pocas casualidades… (por Javier Rodríguez Ten)
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La semana pasada acudí a presenciar uno de tantos partidos de fútbol. Antes del partido, desde la grada uno de mis hijos me preguntó si las líneas de corte del césped se veían “desde abajo”, explicándole que muchas veces sí, pero que dependiendo de si es de día o de noche, la potencia de los focos y la inclinación y luminosidad solar a la hora del partido, podía ser que no, o que mal. En ese momento reparé en que el césped del terreno de juego no tenía el corte usual, sino el inverso. Es decir, estaba cortado a lo largo y no a lo ancho.
Rápidamente mi hijo me hizo la pregunta esperada: ¿y por qué está cortado “al revés” de la tele o la wii? Y casi sin pensarlo, le contesté que posiblemente el equipo visitante jugara en línea o con una defensa adelantada, y que en ese caso el corte del césped era una referencia para el árbitro asistente que se había suprimido, para aprovechar que en caso de que la jugada fuera muy justa, se debía dar validez a la misma. Vamos, para facilitar que a río revuelto la ganancia fuera para el equipo que atacara más (previsiblemente el local), y que hubiera más jugadas “dudosas”. Y culminé diciendo “aquí todo está estudiado”. La duda se despejó durante el partido, cuando el club visitante evidenció jugar con la defensa en línea, especialmente a balón parado.
En el descanso mis hijos me preguntaron sobre otros trucos que utilizaran los equipos, y entonces les conté algunas de las cosas que me habían sucedido y que seguramente seguían sucediendo en campos de casi todas las categorías, especialmente las más bajas, aunque la existencia de los móviles con cámara y la hierba artificial dificultaban ahora algunas de ellas. Así, a modo de ejemplo,
- Situar el banquillo local detrás del árbitro asistente para mantener una actitud presionante hacia el mismo e intentar forzar errores a favor del club local (más frecuente en las categorías más bajas, donde los asistentes son muy jóvenes). Lo normal es que el entrenador local (especialmente donde no hay cuarto árbitro) se sitúe en el campo contrario al que corre el asistente de banquillos, para reducir el riesgo de que escuche frases inconvenientes, y para que los controles o advertencias sean menores porque el auxiliar tiene que despreocuparse del juego y desplazarse 15-20 metros exclusivamente a hacerlo (y luego recuperar su posición, lo que hace desistir muchas veces si no es algo realmente grave), etc. El problema es que cuando se encuentran con un árbitro veterano o un asistente con personalidad, la cosa suele acabar muy mal para el entrenador que busca dicha presión.
- Situar el banquillo local a más distancia (más alejado) del centro del campo que el visitante, para potenciar todavía más lo anteriormente expuesto, al alejarlo de la posición del árbitro asistente, incluso del cuarto árbitro si hay.
- Teniendo en cuenta que, si no hay problemas de visibilidad por el sol, a los equipos les da igual atacar primero en una portería que en otra (y más al visitante), pintar un área de penalti más grande que la otra, con el objeto de intentar defender primero en la grande y en la segunda parte, atacarla (con más espacio susceptible de cometerse un penalti y viceversa). Para ello, además, el equipo local calienta en la portería que desea defender en la primera parte. Si el árbitro revisa adecuadamente el terreno de juego antes del partido esto no puede producirse, es algo que percibí en mis primeros años de arbitraje.
- Pintar uno de los dos puntos de penalti más cerca de los once metros, con el objeto de que si se lanza el penalti a favor se aproveche dicha ventaja, pero si el penalti es en contra, entonces se reclamará al árbitro que mida los once metros para que se rectifique la posición de lanzamiento. De igual modo, si el árbitro revisa adecuadamente el terreno de juego antes del partido, esto no se produce.
- Regar (incluso encharcar) en el descanso del partido una de las mitades del terreno de juego, una determinada zona (una banda, un área…) según interese al club local. La sanción federativa es una sencilla multa, si es que se llega a imponer; la suspensión del partido es algo que no se producirá, como bien sabe el equipo organizador. A veces incluso se simula en forma de avería, y te comunican que han saltado los aspersores y que están intentando solucionarlo (mientras se riega la zona, claro), sin importar siquiera calar a los suplentes para darle más realismo a la excusa.
- En los campos de tierra la zona adyacente a las porterías aparecía con tierra apelmazada, como si se hubieran recubierto y aplanado recientemente. En la segunda parte, a la portería que atacaba el equipo local se le retiraba tierra, mientras que a la portería que se defiende se le añadía.
- Comenzar a solicitar el final del partido desde el banquillo (“pedir la hora”) cinco minutos antes de la misma, para generar la presión de los aficionados locales en dicho sentido (esta circunstancia ha venido quedando sin efecto con la implantación de los relojes digitales y la tablilla del cuarto árbitro, pero en los años ochenta era típico de la regional).
- Los “intercambios” de fichas. Es decir, entregar al árbitro un “error” intencionado de identidad entre dos jugadores (uno con varias amonestaciones acumuladas, generalmente defensor, y otro “limpio” o con pocas, generalmente atacante). Si recibe una amonestación el defensor, como tiene asignada la identidad del atacante, la tarjeta se contabilizará a este último y no se dirá nada. Sin embargo, si recibiera una amonestación el atacante, que se asignaría al defensor por el “error”, el Delegado haría ver al árbitro que se equivocó, y cuál es la verdadera identidad del amonestado para que “no haya errores”.
Hay más cosas, pero creo que con las anteriormente expuestas queda claro… que en el fútbol no hay casualidades, o son muchas menos de las que nos parece. Siempre hemos de pensar que puede haber una razón para explicar lo aparentemente más inocente o sencillo.
Comentarios
#1
Muy bueno. Algunas de ellas me han pasado y no lo he visto como una treta.
Lo que me suele pasar muy a menudo, y lo achaco a falta de organización de los clubes es (especialmente en fútbol base) los dorsales no se corresponden, de forma que llevan en el terreno de juego un dorsal y en las fichas figuran con otro.