La noticia de un asistente que pierde los nervios después de que se acuerden de su madre
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La extensa noticia que publicaba este lunes "El Norte de Castilla" sobre un partido de Liga Nacional Juvenil en Segovia no repara en detalles. Señala la posible causa del enfado del aficionado ("supuestamente un claro fuera de juego que el linier no señaló. Los jugadores locales se quedaron parados esperando que el asistente levantara el banderín y encajaron el tanto. Segundos después, vieron cómo sus rivales se reían entre ellos ante la sorpresa por el 'regalo' recibido"), como si esto pueda ser motivo para las palabras que vinieron después y que parece que escucharon los testigos: "Joder, árbitro, vaya fuera de juego de cuatro metros que te has comido. La madre que te parió".
El asistente no tenía aún callo para aguantar estas cosas, esa coraza de insensibilidad que se supone que debemos tener los árbitros para escuchar insultos sin que nos afecte. Según la noticia, solo llevaba un año en esto. Primero pidió explicaciones: "no metas a mi madre en esto". Quizá su inexperiencia hizo que desconociese que esto en vez de hacer reflexionar al individuo que lo había insultado lo iba a excitar aún más. Hubo discusión hasta que el chico "tiró el banderín al suelo y le agarró por el cuello con las dos manos, colocándose frente contra frente, y le gritó en la cara".
Ahí saltó la noticia y el escándalo. Los insultos del público son normales; que un línea pierda los papeles, no. Policía y partido suspendido para después continuar con el asistente arrepentido entre lágrimas en el vestuario admitiendo que se le había ido la cabeza. Ahora le toca esperar sanción por una reacción comprensible, pero arbitralmente inaceptable, como dice su delegado del comité de Árbitros. "Aunque te insulten, hay que aguantar el tipo. Sabes que te van a insultar; si en un momento dado no lo controlas, puedes llamar al delegado y que llame a la fuerza pública. El límite se lo pone cada uno. Hay unos que tienen más aguante y otros menos".
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