Historias Arbitrales de los Mundiales (4): Ken Aston y la invención de las tarjetas
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En el capítulo anterior, había dejado a Ken Aston dejando el Mundial de Chile medio lesionado y envuelto en la polémica que había generado la brutal batalla de Santiago. Pese a ello, el fútbol le daría una despedida más que honrosa de los terrenos de juego, cuando fue designado para dirigir la final de la Copa Inglesa de 1963 entre Manchester United y Leicester City. El gran prestigio alcanzado como árbitro le valió ser nombrado director de los árbitros de la FIFA en los tres siguientes Mundiales. Fue en el primero de ellos de donde nació su gran aportación al fútbol, que no la única.
Se enfrentaban en cuartos de final Inglaterra y Argentina, bajo la dirección del alemán Rudolf Kreitlein. El partido fue caliente y a los 36 minutos de produjo el momento clave, cuando el capitán argentino Antonio Ubaldo Rattin fue expulsado por realizar un gesto hacia el árbitro. Para los argentinos, simplemente hizo una señal que indicaba que deseaba hablar con él. Para otros fue una “peineta”. Kreitlein declaró después que “lo había mirado mal, por eso sabía que me había insultado”. El caso es que se montó la mundial, nunca mejor dicho. Rattin no se dio por enterado de lo que significaba el dedo índice del colegiado, solicitó un traductor para aclararlo y tardó diez minutos en abandonar el terreno de juego. El propio Aston tuvo que entrar en el campo para negociar con él y evitar que el partido fuese suspendido. El espectáculo continuó durante un buen rato. El argentino apretó con fuerza una de los banderines británicos que había en las esquinas ante una lluvia de objetos lanzados por la masa enfurecida y acabó contemplando el partido desde la alfombra roja en honor a la Reina. “Me llovieron latas de cerveza, pero a mí no me gusta la cerveza inglesa”, proclamó para “explicar” lo sucedido.
En muchas informaciones se cita el incidente con el rebelde Rattin como el momento en el que Aston vio la necesidad de crear un símbolo que indicase a los jugadores el camino de vestuarios en vez del complicado diálogo. Sin embargo, según versión del propio Aston, la idea le vino al día siguiente del partido, cuando los hermanos Jack y Bobbie Charlton se enteraron por la prensa de que habían sido amonestados, algo de lo que no eran conscientes y llamaron a la FIFA para confirmarlo. El inglés se puso manos a la obra para buscar una solución a este problema de comunicación y esta se le ocurrió mientras conducía desde el antiguo Wembley hasta Lancaster. A la altura de Kensington detuvo su coche en un semáforo y se alumbró la idea: “Amarillo, puedes pasar; rojo, ¡alto, fuera del terreno!”, resumió.
Las tarjetas nacieron en el Mundial de México 70, en el que curiosamente no se mostró ninguna roja. Con el tiempo, Aston se dio cuenta de su gran invento y declaró que “si lo hubiese registrado, sería millonario”. Sin embargo, sus innovaciones al fútbol fueron numerosas. Por ejemplo, fue el primer árbitro en vestir de negro con franja blanca, lo que posteriormente se convirtió en uniforme oficial, e introdujo los banderines amarillos en los asistentes en que hasta entonces portaban los colores del equipo de casa. Solicitó y consiguió que se introdujese la presión obligatoria del balón en las Reglas e instauró el cartel para anunciar las sustituciones. Incluso, aún en los años 60, llegó a incluir un árbitro de reserva por si se lesionaba el principal, el precursor del moderno cuatro árbitro.
Su vocación de profesor continuó prácticamente hasta su muerte, a los 86 años. Fue instructor de árbitros en Estados Unidos, contribuyendo al desarrollo del deporte en este país. Y en 1997 le fue concedida la Orden del Imperio Británico por sus servicios. Vivió para el fútbol, una pasión que definió como “una obra dramática en dos actos, con 22 actores sobre el escenario y un director de escena, el árbitro, en la que no existe guión, nunca se sabe cómo terminará, pero lo más importante es divertirse y divertir.”