Hasta los jugadores ya entienden el fuera de juego
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Los más “nuevos” no se acordarán de aquella justificación no tan lejana de lo que se consideraba “influir” en el juego. “Si corre hacia el balón, levanta la bandera”. Era una norma mala para el fútbol, pero buena para los árbitros: simplificaba la decisión y evitaba esos eternos segundos en los que hay mantenerse en tensión mientras el público y le defensa se desesperan suplicando una decisión final.
En la última década, árbitros, jugadores e incluso aficionados se han acostumbrado a esperar a ver qué pasa con los atacantes en posición de fuera de juego. Y eso, a veces, desespera, pese a que ya estamos acostumbrados. Correr hacia el balón ya no es sinónimo de infracción: debe tocarlo o interferir en un adversario.
Una prueba de esta evolución se dio en una situación de manual que nos pregunta nuestro seguidor de Twitter Álvaro Galindo. Se dio en el Murcia-Alcorcón de la semana pasada. Un pase en largo al que acuden dos jugadores amarillos: uno en clara posición legal y otro en una más dudosa (aunque nos atreveríamos a decir que incluso legal). Aunque estuviese en situación ilegal, el gol sería válido. El atacante sólo corre hacia el balón y su acción no interfiere ni en defensa ni en portero, aunque se quede a escasos centímetros de la pelota (minuto 01:30)
Nota: con las últimas interpretaciones de los años 2018 y 2019, esta acción pasaría a ser considerada como fuera de juego, ya que se considera que el movimiento del atacante en posición irregular delante del defensa tiene un claro impacto en sus opciones de jugar la pelota.